La sombra del peregrino |
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Todas la noches estará en el mismo lugar, esperando. En la Plaza de la Quintana al caer la noche, cuando se enciende el alumbrado de la plaza, se proyecta la sombra de un peregrino sobre la pared de la Catedral. Es la sombra de un peregrino que, noche tras noche, espera. Dicen los mayores que pertenece a un sacerdote que mantenía relaciones con una religiosa del convento de San Paio y que todas las noches se reunía con ella cruzando un pasadizo existente bajo la escalinata de la Quintana y que unía la Catedral al convento. Después de algún tiempo el sacerdote propuso a la religiosa escaparse juntos para vivir su amor libremente. Se citaron al anochecer y el clérigo se disfrazó de peregrino para no llamar la atención y la esperó pacientemente, pero ella, nadie sabe por qué, no acudió a la cita. El nunca se ha resignado a la evidencia. Desde entonces, al caer la noche, él sigue acudiendo puntualmente a la cita. Cada noche. Todas las noches. Si pasas por allí podrás observar su sombra inmóvil que espera en silencio. Pacientemente.
Pero, como casi en todas las leyendas, existe una segunda versión. Habla del espíritu de un peregrino francés..... Esta forma se identifica con el espíritu de un peregrino francés del siglo XV, Léonard du Revenant, que vino a Compostela desde de París a cumplir una condena por parricidio. Cuenta la historia que, de jovencito dieciocho años, envenenó a su padre, ya mayor, para heredar su fortuna en el condado parisino. Los tribunales probaron su culpabilidad y lo condenaron a galeras. Pero intercedió en su favor el duque de Borgoña, del que se rumoreaba, era hijo natural y no del asesinado. Tras unos años de cárcel, se le impuso la peregrinación a Compostela para redimir su pecado y, de esa manera, acceder a los bienes del difunto. Hacia 1493 inició el camino hacia Compostela pero con poca devoción. Una vez cruzó lo Pirineos, conoció una joven posadera a la que quiso hacer suya por la fuerza, lo que le valió una pelea con su novio, al que mató antes de raptar a la joven, a la que forzó y posteriormente asesinó. Escapó de la justicia disfrazado de monje mendicante y luego de peregrino pobre. De esta manera alcanzó Compostela con la esperanza de conseguir el perdón divino y el de los hombres para así poder disfrutar los bienes de su difunto padre. Llegó a la ciudad de Compostela poco antes de la puesta de sol, las posadas estaban todas repletas de peregrinos y no encontró techo bajo el que dormir, por lo que lo hizo a los pies de la catedral. Pronto quedó profundamente dormido y en sueños se le apareció Léon du Cornu quien le dijo: “Con esta visita a Compostela purgas la pena de mi muerte puesto que yo te perdono, pero no la de los dos jóvenes navarros que asesinaste en el camino. Hasta que sus almas no peregrinen a Compostela, no podrás abrazar al santo”. Montó en cólera Leonard y desenvainó su espada contra el espíritu de su víctima, pero fue el anciano, más rápido, quien acabó con la vida de Leonard. Desde entonces, Léonard du Revenant monta guardia junto a la Puerta Real, esperando en vano el paso de sus víctimas para poder redimirse. Muchos visitantes y turistas de las madrugadas se han visto sorprendidos por su sombra, al pie del farol, quieta e impasible. |