Capilla y Fuente de la Rúa do Franco

Existe una leyenda sobre esta capilla y esta fuente que podemos encontrar frente al colegio de Fonseca:

Santiago es decapitado en Jerusalén y su cuerpo recogido por sus discípulos, Atanasio y Teodoro, recogieron su cuerpo y su cabeza, y los trasladaron en una nave desde Jerusalén hasta Galicia. Tras siete días de navegación llegarían a las costas gallegas de Iria Flavia, cerca de la actual villa de Padrón.

En el relato del enterramiento de los restos de Santiago, teñido por la leyenda, aparece Lupa, una dama pagana, rica e influyente, que vivía en aquella época en el castro Lupario o "Castro de Francos", a poca distancia de Santiago.

Los discípulos, que carecían de un terreno en el que enterrar a su maestro, pedirían permiso a esta noble matrona para enterrarlos en su feudo, pero ella les remite al legado romano Filotro, que residía en Dugium, en las cercanías de Fisterra. Lejos de atender sus peticiones, el gobernador romano ordena su encarcelamiento.

Según la tradición, los discípulos fueron liberados milagrosamente por un ángel, emprendiendo inmediatamente su fuga perseguidos por los soldados romanos. Cuando llegaron al puente de Ons o Puente Pías, sobre el río Tambre, y una vez que los discípulos lo atravesaron, éste se hundió providencialmente y los huídos consiguieron escapar.

La llamada reina Lupa, simulando un cambio de actitud, les llevó al Monte Iliciano, hoy conocido como Pico Sacro, y les ofreció bueyes salvajes que vivían allí en libertad y un carro para transportar los restos del Apóstol desde Padrón hasta Santiago. Los discípulos se acercaron a los animales que, ante el asombro de Lupa, se dejaron poner el yugo mansamente. Al presenciar la escena, ésta decide abandonar sus creencias y convertirse al cristianismo. Nos cuenta la historia que los bueyes comenzaron su camino, sin ningún tipo de guía, y se detuvieron, instintivamente, movidos por la sed, en un lugar donde escarbaron y brotó agua. Se trata de la actual fuente del Franco, junto al Colegio Fonseca, lugar en el que posteriormente se levantaría, como recuerdo, la pequeña capilla del Apóstol, en la calle compostelana del Franco. Los bueyes continuaron su camino hasta llegar a un terreno, propiedad de Lupa, que lo donó para la construcción del monumento funerario, donde siglos más tarde se levantaría la catedral, centro espiritual que preside la ciudad de Santiago. Atanasio y Teodoro, discípulos del Apóstol Santiago, fueron sepultados a su lado en la actual cripta de la Catedral. La inscripción sepulcral del primero de ellos fue descubierta en 1988.

La capilla que conmemora el hecho alberga un retablo neoclásico y una imagen de Santiago Peregrino. La fuente, reedificada en 1830, está vinculada a un milagro del Apóstol, la recuperación de la vista de San Francisco de Siena, y el manantial que allí nace pertenece al "Hospital da Raíña". Este caserón fue reconstruido en 1644 y muestra en su fachada un altorrelieve con una vieira y la inscripción "STO", en alusión a su pertenencia al Cabildo compostelano.