El botafumeiro

Santiago y el Botafumeiro son dos nombres que van unidos. Peregrinos y turistas sienten por éste el mismo interés. El Botafumeiro es un incensario grande con el que en tiempos pasados se pretendió magnificar el culto catedralicio. La noticia más antigua que se tiene del Botafumeiro es una nota marginal del siglo XIV en el Códice Calixtino. En ella se nos habla del gran incensario como de algo muy antiguo. Antiguamente otras catedrales compartieron con la santiaguesa objetos de incensación similares. Hoy sólo queda el de Compostela y su finalidad es meramente litúrgica ya que se inciensa a la divinidad. El que el Botafumeiro haya servido para contrarestar los malos olores de una iglesia en la que los peregrinos permanecían de día y de noche es pura circunstancia que no entra en la intencionalidad primera. Ocho hombres accionan el Botafumeiro y reciben el nombre de "tiraboleiros", deformación galleguizante del vocablo latino "thuribulum", que significa "portador de incensario, brasero". Su sinónimo castellano es "turiferario" y se remonta en su origen a la Lengua Griega. El origen del botafumeiro se sitúa en 1554. Fue construido gracias a una ofrenda del rey Luis XI de Francia y, posteriormente, fue robado junto con varias lámparas y numerosos objetos de metales preciosos por las tropas francesas en abril de1809 durante la Guerra de la Independencia. El incensario tuvo que ser sustituido por otro más moderno y menos ostentoso. El actual Botafumeiro, de metal blanco, fue fabricado en 1851 por Losada, tiene un peso de 53 kilos y mide metro y medio de altura. Al ser balanceado es capaz de alcanzar velocidades de 70 kilómetros por hora y elevarse a 20 metros de altura. El botafumeiro sólo se puede admirar en la catedral en las misas solemnes. El resto de los días es sustituido por otro incensario conocido como La Alcachofa, que también está realizado en metal blanco.

Con esta velocidad y peso es capaz de alcanzar una enorme energía, por lo que en alguna ocasión se desprendió por la rotura de una de sus cuerdas. Fue en el año 1499 cuando se desprende el botafumeiro por primera vez y acaba saliendo por la puerta de Platerías delante de la princesa Catalina de Aragón que se encontraba de visita en Santiago. En los años 1622 y 1937 ocurrieron anécdotas semejantes. En ninguna de sus caídas hubo que lamentar víctimas. Fue toda una suerte.